En la madrugada del día señalado para
la realización del auto se procedía a la preparación de los reos.
Para ello, se les colocaba las vestimentas que deberían llevar
durante la ceremonia. Los Inquisidores entregaban las órdenes
respectivas al Alcaide para que condujese a los sentenciados al lugar
donde se celebraría el auto. Las actividades que centraban el Auto
de fe eran:
- Procesión
- El Juramento
- Sermón de la Misa de Apertura
- Lectura de las Sentencias
- Abjuraciones, las Absoluciones y la Procesión al Quemadero
- Misa de Clausura
La Procesión
A primeras horas de la mañana del día
de auto comenzaba la ceremonia con la procesión de los reos
-escoltados por la milicia inquisitorial y elementos del estamento
eclesiástico- desde el local de la Inquisición hasta la tribuna
preparada para ellos. Delante iba la cruz alzada de la parroquia a
la que pertenecía el Tribunal de Distrito acompañado del clero y
cubierta,en señal de luto, de un velo negro. Cada reo iba acompañado
por dos Familiares del Santo Oficio.
El orden en que desfilaban era variable
pero generalmente era el siguiente:
- En primer lugar. Estatuas o efigies de Ausentes y/o Fallecidos : llevaban, cada una,un rótulo -con el nombre y delito de la persona que representaban- coroza y sambenito. Las estatuas de difuntos, adicionalmente, portaban unas cajas con los huesos de los condenados a la hoguera.
- Penitentes descubiertas las cabezas, sin cinto y llevando un cirio. Algunos llevaban sogas en el cuello en señal de que serían azotados o irían a galeras.
- Reconciliados vistiendo sambenitos con grandes aspas.
- Relajados al brazo secular (condenados a muerte) llevaban sambenitos con llamas y coroza.
- Cerraban el cortejo las autoridades civiles, con los funcionarios y Familiares del Santo Oficio.
En la
plaza mayor se habían levantado dos tribunas. En una de ellas se
colocaba a los reos, al predicador y al lector de sentencias. En la
otra -normalmente frente a la anterior- habían asientos para las
principales autoridades: la familia real, incluido el Rey, los
Inquisidores, miembros del Ayuntamiento y del Cabildo así como otros
personajes importantes del reino.
En el estrado destinado a los reos,
estos eran colocados según la gravedad de sus delitos:
- En la parte más alta los relajados al brazo secular.
- En el medio los reconciliados.
- En la parte baja los penitentes.
El pueblo contemplaba la ceremonia
ubicado en tribunas de menores dimensiones y desde todos los rincones
de la plaza o los balcones de las casas vecinas.
El Auto de fe se iniciaba con el
juramento solemne de todos los asistentes de mantener la absoluta
fidelidad a la fe católica y al Tribunal del Santo Oficio. Si
estaban presentes los miembros de la familia real eran los primeros
en prestarlo. Así, todo un pueblo y el propio estado reafirmaban su
compromiso religioso.
El Sermón de la Misa de Apertura
Se procedía a la Misa con un sermón,
pronunciado por un orador prestigioso. En él, acomodándolo a las
circunstancias, se hacía ver lo errores que conllevaba el alejarse
de las creencias católicas.
Lectura de las Sentencias
Continuaba, a la señal de la
campanilla del Inquisidor decano, la lectura de las sentencias, la
cual ocupaba la mayor parte del día y se realizaba en el siguiente
orden:
- Reconciliados en forma
- Fallecidos absueltos
- Ausentes fugitivos relajados al brazo secular en estatua para ser quemados en efigie
- Fallecidos condenados a ser relajados al brazo secular para ser quemados en huesos
- Relajados al brazo secular en persona para ser quemados vivos.
Conforme se leían las sentencias, los
reos eran introducidos en pequeñas jaulas para que todos les
conocieran, hasta el final de la ceremonia.
Las abjuraciones, las absoluciones y la
procesión al quemadero
En el estrado principal, concluida ya
la lectura de las sentencias, se exigía a los reos que realizasen
las abjuraciones del caso. Luego, el inquisidor procedía a absolver
a los Penitenciados. Los condenados a muerte eran bajados del
estrado, tras lo cual el secretario inquisitorial los entregaban a
las autoridades civiles. Seguidamente, en procesión se dirigían
las estatuas y los relajados al brazo secular hacia el quemadero, que
se hallaba normalmente en las afueras, donde se encendían los
braseros u hogueras, ya que la quema de herejes no se hacía nunca en
el mismo escenario donde se había instalado el Auto de fe.
El Auto
de fe y la ejecución de las penas se llevaban siempre a cabo en
lugares distintos.
La Misa de clausura
La ceremonia solía culminar con la
celebración de la misa, dándose por concluido el Auto de fe.
Actividades de conclusión del Auto de
fe
El cumplimiento de las demás
sentencias se realizaba después -generalmente al día siguiente por
la mañana- y estaba a cargo de las autoridades civiles. Estas se
encargaban de aplicar las condenas a los sometidos a vergüenza
pública, azotes, etc., para lo cual los llevaban en procesión por
las calles de la ciudad. Durante ella se ejecutaba la pena. Un
secretario de la Inquisición, acompañado por otros empleados,
presenciaba la ejecución. Luego se enviaba a cumplir sus sanciones a
los condenados a destierro o prisión.
Procesión de devolución de la Cruz
Verde
Finalmente, una Procesión realizaba la
devolución de la Cruz Verde a su correspondiente santuario. Todo este montaje espectacular, tenía
como finalidad fundamental impresionar al público. Estaba concebido
para provocar terror reverencial no solo en los reos, sino en le
conjunto de la población.
Julio Caro Baroja cita como párrafo
interesante de un Auto de Fe lo siguiente:
“Las 18 personas restantes, fueron
todas reconciliadas (por haber sido toda su vida de la secta de los
brujos), buenas confidentes y que con lagrimas habían pedido
misericordia, y que querían volverse de los cristianos. Leyéronse
en su sentencia cosas tan horribles y espantosas cuales nunca se
han visto: y fue tanto lo que hubo que relatar, que ocupó todo el
día desde que amaneció hasta que llegó la noche, que los señores
inquisidores fueron mandando cercenar muchas de las relaciones,
porque se pudiesen acabar en aquel día. Con todas las dichas
personas se usó de mucha misericordia, llevando consideración mucho
mas al arrepentimiento de sus culpas, que a la gravedad de sus
delitos: y al tiempo en que comenzaron a confesar, agravándoles el
castigo a los que confesaron más tarde, según la rebeldía que cada
cual había tenido en sus confesiones”
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