Desarrollo del Auto de Fe

jueves, 10 de mayo de 2012
En la madrugada del día señalado para la realización del auto se procedía a la preparación de los reos. Para ello, se les colocaba las vestimentas que deberían llevar durante la ceremonia. Los Inquisidores entregaban las órdenes respectivas al Alcaide para que condujese a los sentenciados al lugar donde se celebraría el auto. Las actividades que centraban el Auto de fe eran:

  • Procesión
  • El Juramento
  • Sermón de la Misa de Apertura
  • Lectura de las Sentencias
  • Abjuraciones, las Absoluciones y la Procesión al Quemadero
  • Misa de Clausura


La Procesión

A primeras horas de la mañana del día de auto comenzaba la ceremonia con la procesión de los reos -escoltados por la milicia inquisitorial y elementos del estamento eclesiástico- desde el local de la Inquisición hasta la tribuna preparada para ellos. Delante iba la cruz alzada de la parroquia a la que pertenecía el Tribunal de Distrito acompañado del clero y cubierta,en señal de luto, de un velo negro. Cada reo iba acompañado por dos Familiares del Santo Oficio.

El orden en que desfilaban era variable pero generalmente era el siguiente:

  • En primer lugar. Estatuas o efigies de Ausentes y/o Fallecidos : llevaban, cada una,un rótulo -con el nombre y delito de la persona que representaban- coroza y sambenito. Las estatuas de difuntos, adicionalmente, portaban unas cajas con los huesos de los condenados a la hoguera.
  • Penitentes descubiertas las cabezas, sin cinto y llevando un cirio. Algunos llevaban sogas en el cuello en señal de que serían azotados o irían a galeras.
  • Reconciliados vistiendo sambenitos con grandes aspas.
  • Relajados al brazo secular (condenados a muerte) llevaban sambenitos con llamas y coroza.



  • Cerraban el cortejo las autoridades civiles, con los funcionarios y Familiares del Santo Oficio. 

En la plaza mayor se habían levantado dos tribunas. En una de ellas se colocaba a los reos, al predicador y al lector de sentencias. En la otra -normalmente frente a la anterior- habían asientos para las principales autoridades: la familia real, incluido el Rey, los Inquisidores, miembros del Ayuntamiento y del Cabildo así como otros personajes importantes del reino.



En el estrado destinado a los reos, estos eran colocados según la gravedad de sus delitos:

  • En la parte más alta los relajados al brazo secular. 
  • En el medio los reconciliados. 
  • En la parte baja los penitentes.

El pueblo contemplaba la ceremonia ubicado en tribunas de menores dimensiones y desde todos los rincones de la plaza o los balcones de las casas vecinas.

El Auto de fe se iniciaba con el juramento solemne de todos los asistentes de mantener la absoluta fidelidad a la fe católica y al Tribunal del Santo Oficio. Si estaban presentes los miembros de la familia real eran los primeros en prestarlo. Así, todo un pueblo y el propio estado reafirmaban su compromiso religioso.

El Sermón de la Misa de Apertura

Se procedía a la Misa con un sermón, pronunciado por un orador prestigioso. En él, acomodándolo a las circunstancias, se hacía ver lo errores que conllevaba el alejarse de las creencias católicas.

Lectura de las Sentencias

Continuaba, a la señal de la campanilla del Inquisidor decano, la lectura de las sentencias, la cual ocupaba la mayor parte del día y se realizaba en el siguiente orden:

  1. Reconciliados en forma
  2. Fallecidos absueltos
  3. Ausentes fugitivos relajados al brazo secular en estatua para ser  quemados en efigie
  4. Fallecidos condenados a ser relajados al brazo secular para ser quemados en huesos
  5. Relajados al brazo secular en persona para ser quemados vivos.

Conforme se leían las sentencias, los reos eran introducidos en pequeñas jaulas para que todos les conocieran, hasta el final de la ceremonia.

Las abjuraciones, las absoluciones y la procesión al quemadero

En el estrado principal, concluida ya la lectura de las sentencias, se exigía a los reos que realizasen las abjuraciones del caso. Luego, el inquisidor procedía a absolver a los Penitenciados. Los condenados a muerte eran bajados del estrado, tras lo cual el secretario inquisitorial los entregaban a las autoridades civiles. Seguidamente, en procesión se dirigían las estatuas y los relajados al brazo secular hacia el quemadero, que se hallaba normalmente en las afueras, donde se encendían los braseros u hogueras, ya que la quema de herejes no se hacía nunca en el mismo escenario donde se había instalado el Auto de fe. 


El Auto de fe y la ejecución de las penas se llevaban siempre a cabo en lugares distintos.

La Misa de clausura

La ceremonia solía culminar con la celebración de la misa, dándose por concluido el Auto de fe.

Actividades de conclusión del Auto de fe

El cumplimiento de las demás sentencias se realizaba después -generalmente al día siguiente por la mañana- y estaba a cargo de las autoridades civiles. Estas se encargaban de aplicar las condenas a los sometidos a vergüenza pública, azotes, etc., para lo cual los llevaban en procesión por las calles de la ciudad. Durante ella se ejecutaba la pena. Un secretario de la Inquisición, acompañado por otros empleados, presenciaba la ejecución. Luego se enviaba a cumplir sus sanciones a los condenados a destierro o prisión.

Procesión de devolución de la Cruz Verde

Finalmente, una Procesión realizaba la devolución de la Cruz Verde a su correspondiente santuario. Todo este montaje espectacular, tenía como finalidad fundamental impresionar al público. Estaba concebido para provocar terror reverencial no solo en los reos, sino en le conjunto de la población. 



Julio Caro Baroja cita como párrafo interesante de un Auto de Fe lo siguiente:

Las 18 personas restantes, fueron todas reconciliadas (por haber sido toda su vida de la secta de los brujos), buenas confidentes y que con lagrimas habían pedido misericordia, y que querían volverse de los cristianos. Leyéronse en su sentencia cosas tan horribles y espantosas cuales nunca se han visto: y fue tanto lo que hubo que relatar, que ocupó todo el día desde que amaneció hasta que llegó la noche, que los señores inquisidores fueron mandando cercenar muchas de las relaciones, porque se pudiesen acabar en aquel día. Con todas las dichas personas se usó de mucha misericordia, llevando consideración mucho mas al arrepentimiento de sus culpas, que a la gravedad de sus delitos: y al tiempo en que comenzaron a confesar, agravándoles el castigo a los que confesaron más tarde, según la rebeldía que cada cual había tenido en sus confesiones”

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