Todo
lo que ya hemos comentado dará lugar al inicio del proceso inquisitorial contra las tenidas por
brujas y el consiguiente Auto de Fe.
El
Auto tuvo lugar en Logroño el 8 de Junio
de 1610, la Inquisición procesó a cuarenta vecinas acusadas de ser brujas de
Zugarramurdi y condenó a 12 de ellas a morir en la hoguera. Las ejecuciones se
basaron en la mayor parte de los casos en testimonios basados en supersticiones
y envidias que eran poco o nada fiables.
Julio
Caro Baroja, considera que la intervención de la Inquisición se produjo como
consecuencia de verse obligada a actuar por el celo de la justicia secular, así
como por el terror y pánico que se extendió en la región y especialmente en
Zugarramurdi como parte lindante con Labourd, al otro lado de la frontera,
comisionándose al inquisidor don Juan Valle Alvarado para que realizara una
información e inspección por tales lugares.
El
inquisidor después de algunos meses y de un minucioso trabajo recogiendo
comentarios, denuncias y tomando en
consideración el contenido de las mismas quedaron inculpadas unas trescientas
personas, dejando aparte los niños.
Cuarenta de ellas, como más sospechosas y culpables, fueron trasladadas a Logroño e internadas en prisión.
En este proceso, además del inquisidor Juan Valle Alvarado intervinieron Alonso Becerra Holguín y Alonso de Salazar y Frías, el ordinario del obispado y cuatro consultores.
Los
actos que se les imputaban, la pertenencia
a la secta brujeril de Zugarramurdi, se
consideraban como un delito de herejía
Unos
hechos nacidos en ocasiones por la tortura que se practicaban sobre los reos, y
otros por la imaginación o mentes desequilibradas, y no suponían que el
juzgador admitiera la realidad del hecho; pero sí, el acto cometido, que
evidenciaba haberse incurrido en el delito de herejía.
Las
actuaciones dan comienzo como consecuencia de la denuncia de una joven que
delató que una mujer francesa, la persuadió a que fuere con ella a un campo
donde se holgaría mucho, enseñándole que debía hacer, e indicándole de que
forma debía de renegar, y habiéndola convencido la llevó al aquelarre, y puesta
de rodillas en presencia del demonio y de otros muchos brujos que la tenían
rodeada, renegó de Dios.
Arrepentida
delatará a los brujos que había conocido, resultando inculpadas numerosas
personas y entre ellas,: Miguel de Goyburn, rey de los Brujos, su esposa
Graciana de Barrenechea, bruja y reina del aquelarre, y sus dos hijas Estevanía
y María de Yriart.
Otros
personajes importantes del proceso serán Martín Vizcar, alcalde, Joanes
de Echaler, brujo y ejecutor de las penas impuestas por el demonio, María de
Echalu, bruja, María Yurretteguía que
tendrá una activa intervención en la inquietante historia, con las brujas María
Chipia, vieja tullida y tía materna de una bruja que dio mucho que hablar
y de María de Zozoya, que fue
confidente, y su sentencia de las más notables y espantosas de cuantas allí se
leyeron. Y por haber sido maestra y haber hecho brujos a gran multitud de
personas, hombres y mujeres, niños y niñas, se mandó quemar por haber sido tan
famosa maestra y dogmatizadora.
Después
de dos años que duró el proceso, el 8 de Junio de 1610 un auto de fe sentenció
a la hoguera a las conocidas como Brujas de Zugarramurdi.
Las
ejecuciones se basaron en la mayor parte de los casos en testimonios basados en
supersticiones y envidias que eran poco o nada fiables. En 1614, la Inquisición
decidió que no se hablara más del asunto.
Alonso
de Becerra y don Juan del Valle, creen
ciegamente en la existencia de brujas y consideran deben ser castigadas de
forma rigurosa.
(Reproducción del escrito de silencio, firmado por los inquisidores)
Entre el criterio de Salazar y los restantes inquisidores desde el momento inicial se produjeron evidentes discrepancias.
Este inquisidor tras estudiar todo el sumario llegará a la conclusión de que los acusados de brujería habían sido procesados "injustamente", ya que no existían pruebas suficientes, claras y concretas, que revelen la realidad de los hechos y que tanto las denuncias como las acusaciones son producto de la imaginación. Las contradicciones resultan evidentes y en muchas ocasiones la realidad de la imposibilidad de realización del acto imputado.
El proceso
ha sido considerado como uno de los más importantes de la época, siendo para
unos objeto de críticas por la falta de rigor y seriedad en que se basaban las condenas, mientras que
para otros eran necesarias para reprimir el culto a la brujería,
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