Proceso inquisitorial de Zugarramurdi.

martes, 8 de mayo de 2012

Todo lo que ya hemos comentado dará  lugar al inicio del proceso inquisitorial contra las tenidas por brujas y el consiguiente Auto de Fe.

El Auto  tuvo lugar en Logroño el 8 de Junio de 1610, la Inquisición procesó a cuarenta vecinas acusadas de ser brujas de Zugarramurdi y condenó a 12 de ellas a morir en la hoguera. Las ejecuciones se basaron en la mayor parte de los casos en testimonios basados en supersticiones y envidias que eran poco o nada fiables.

Julio Caro Baroja, considera que la intervención de la Inquisición se produjo como consecuencia de verse obligada a actuar por el celo de la justicia secular, así como por el terror y pánico que se extendió en la región y especialmente en Zugarramurdi como parte lindante con Labourd, al otro lado de la frontera, comisionándose al inquisidor don Juan Valle Alvarado para que realizara una información e inspección por tales lugares.

El inquisidor después de algunos meses y de un minucioso trabajo recogiendo comentarios, denuncias  y tomando en consideración el contenido de las mismas quedaron inculpadas unas trescientas personas, dejando aparte los niños.

Cuarenta de ellas, como más sospechosas y culpables, fueron trasladadas a Logroño e internadas en prisión.

En este proceso, además del inquisidor  Juan Valle Alvarado intervinieron Alonso Becerra Holguín y Alonso de Salazar y Frías, el  ordinario del obispado y cuatro consultores.




Los actos que se les imputaban, la pertenencia  a la secta brujeril de Zugarramurdi, se  consideraban  como  un delito de herejía


Unos hechos nacidos en ocasiones por la tortura que se practicaban sobre los reos, y otros por la imaginación o mentes desequilibradas, y no suponían que el juzgador admitiera la realidad del hecho; pero sí, el acto cometido, que evidenciaba haberse incurrido en el delito de herejía.


Las actuaciones dan comienzo como consecuencia de la denuncia de una joven que delató que una mujer francesa, la persuadió a que fuere con ella a un campo donde se holgaría mucho, enseñándole que debía hacer, e indicándole de que forma debía de renegar, y habiéndola convencido la llevó al aquelarre, y puesta de rodillas en presencia del demonio y de otros muchos brujos que la tenían rodeada, renegó de Dios.

Arrepentida delatará a los brujos que había conocido, resultando inculpadas numerosas personas y entre ellas,: Miguel de Goyburn, rey de los Brujos, su esposa Graciana de Barrenechea, bruja y reina del aquelarre, y sus dos hijas Estevanía y María de Yriart.

Otros personajes importantes del proceso serán Martín Vizcar, alcalde, Joanes de Echaler, brujo y ejecutor de las penas impuestas por el demonio, María de Echalu, bruja, María Yurretteguía  que tendrá una activa intervención en la inquietante historia, con las brujas María Chipia, vieja tullida y tía materna de una bruja que dio mucho que hablar y  de María de Zozoya, que fue confidente, y su sentencia de las más notables y espantosas de cuantas allí se leyeron. Y por haber sido maestra y haber hecho brujos a gran multitud de personas, hombres y mujeres, niños y niñas, se mandó quemar por haber sido tan famosa maestra y dogmatizadora.

Después de dos años que duró el proceso, el 8 de Junio de 1610 un auto de fe sentenció a la hoguera a las conocidas como Brujas de Zugarramurdi.
Las ejecuciones se basaron en la mayor parte de los casos en testimonios basados en supersticiones y envidias que eran poco o nada fiables. En 1614, la Inquisición decidió que no se hablara más del asunto.
Alonso de Becerra y don Juan del Valle,  creen ciegamente en la existencia de brujas y consideran deben ser castigadas de forma rigurosa.          




(Reproducción del escrito de silencio, firmado por los inquisidores)




Entre el criterio de Salazar y los restantes inquisidores desde el momento inicial se produjeron evidentes  discrepancias.                                                                                                        

Este inquisidor tras estudiar todo el sumario llegará a la conclusión de que los acusados de brujería habían sido procesados "injustamente", ya que no existían pruebas suficientes, claras y concretas, que revelen la realidad de los hechos y que tanto las denuncias como las acusaciones son producto de la imaginación. Las contradicciones resultan evidentes y en muchas ocasiones la realidad de la imposibilidad de realización del acto imputado.

El proceso ha sido considerado como uno de los más importantes de la época, siendo para unos objeto de críticas por la falta de rigor y seriedad  en que se basaban las condenas, mientras que para otros eran necesarias para reprimir el culto a la brujería,

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